Supón
que estás sentado sobre un banco en un camino de un
paraje de los Alpes Altos. Alrededor tuyo ves lomas con hierba
salpicadas de rocas, en frente una pendiente con un campo
de pedruscos con matorrales de álamos bajos. Abruptos
tajos con espesa vegetación se alzan hasta muy arriba
de los pastos alpinos carentes de árboles. Delante
tuyo las cimas coronadas de nieve, cuyos escarpados riscos
se suceden con lomas nuevadas y se sumergen en el rosa tierno
del sol que se despide contra un firmamento de un azul pálido.
Todo esto, que ven tus ojos - de acuerdo con nuestra concepción
usual- ha estado aquí, con pequeños cambios,
desde hace milenios. Dentro de un ratito -no mucho tiempo-
tú ya no estarás mientras que el bosque, las
rocas y el cielo segurán así invariables después
de ti.
¿Qué
es eso que te ha reclamado repentinamente de la nada para
que goces un rato de este espectáculo que ni siquiera
repara en ti? Todas las condiciones de tu ser son casi tan
viajas como la roca. Desde hace milenios los hombres han ambicionado,
sufrido, criado; las mujeres han parido con dolor. A lo mejor
hace cien años otro estaba sentado en este lugar y
contempló al igual que tú, con idéntico
recogimiento y melancolía en el corazón, esas
lomas candentes. Había sido engendrado por un hombre
y nacido de una mujer al igual que tú. Sentía
dolor y alegría como tú. ¿Era otro acaso?
¿No eras tú mismo?
Erwin Schrödinger Mi concepción del mundo
(Meine Weltansicht. Mein Leben)
Traducción de Jaime Fingerhut Tusquets
Editores
SUPERINFIMOS 12
Metatemas 16
Barcelona
1988